viernes, 29 de julio de 2022

Libros prohibidos.



Vivimos tiempos, al igual que en las novelas de Asimov, de enorme distopía. Creo que a estas alturas no podemos negar una realidad totalmente patente en la sociedad actual. Todo ello conlleva que haya ciertos elementos culturales, que no “kulturales”, que sean incómodos. En este caso los libros. Los volúmenes siempre han sido enemigos de todo lo que coarte y sesgue la libertad ya que son territorio de los librepensadores. Las prohibiciones, y quemas de libros, y bibliotecas enteras, aún hoy en día vigentes en algunos países (y temo que la tendencia irá a más), son un síntoma de alarma del estado de salud de la sociedad.

Por eso estoy totalmente de acuerdo en estas palabras del gran Isaac Asimov. Todo libro prohibido es todo libro que indudablemente merece la pena ser leído. Da igual de qué temática o ideología. Si hay caído bajo el sesgo liberticida es porque ese libro despierta la conciencia dormida. Los libros tienen el poder de sacar de la ignorancia, pero también de la inercia que a veces se posa en la sociedad y la anquilosa bajo el yugo de un peso invisible pero constante. De un mal endémico que parasita a las sociedades abocándolas a una feliz y frívola ignorancia.

Y es ahí, querido lector/a, donde las obras literarias se convierten den adalides de la libertad, la cultura y el pensamiento reflexivo. Virtudes individuales y colectivas que parecen que hoy ceden y reculan frente a la imparable e implacable molicie.

Leamos siempre. Cada persona lo que considere oportuno y le guste. Y si ese libro está prohibido, en tela de juicio o vilipendiado por criticas destructivas sin sentido ese es un manuscrito que valdrá la pena leer. Tal vez nos guste o no, ahí influye la suerte del lector, pero al menos comprobemos por lectura propia por qué ese libro quiere ser relegado a las moradas del cautiverio y el olvido o ser alimento de las más ignominiosas piras.

Da que pensar, y muchísimo, esta frase de Asimov. Y más viniendo de una persona como él que fue un visionario de lo que el futuro, la ignorancia, y un sistema más liberticida que de libertad, depararían en esta sociedad. Los libros siempre serán nuestros aliados frente a la caída de la Civilización.

Feliz fin de semana para todos/as.

Saludos y buenos libros.

miércoles, 27 de julio de 2022

Las flores de Harrison.



 

Año: 2000

Duración: 126 min.

País: Francia

Dirección: Elie Chouraqui

Guion: Elie Chouraqui, Didier Le Pêcheur, Isabel Ellsen.

Novela: Isabel Ellsen

Música: Bruno Coulais

Fotografía: Nicola Pecorini

Reparto:

Andie MacDowell, Elias Koteas, Brendan Gleeson, Adrien Brody, David Strathairn, Alun Armstrong, Caroline Goodall, Diane Baker, Quinn Shephard, Marie Trintignant, Christian Charmetant, Gerard Butler, Scott Anton, Christopher Clarke, Dragan Antonic, Marie-Béatrice Bernert

Género: Drama.

Premios

2000: Festival de San Sebastián: Mejor fotografía

 

«…Y tienes que correr porque si no te matan. Te matan. Así que corres y las balas vuelan en todas direcciones y has de esquivar las explosiones de las bombas. Y entonces piensas: ¿dónde estará Dios? ¿Dónde se habrán metido esos ángeles custodios de los que todos hablan? Y piensas en tu madre. Piensas en la dirección de tu casa. Te apetece fumar un cigarrillo y piensas en tonterías. Sí.

Nuestro trabajo se centra en la crueldad y la idiotez de la raza humana. Su odio. Así que cuando crees que vas a morir resulta natural que pienses en algo que sea hermoso ¿verdad? Hay dos clases de personas en el mundo. Los que han ido a la guerra y la han vivido de cerca y los que no. Son animales distintos…»

Yeagher Pollack (Elias Koteas)

 

Hoy traigo una reseña cinematográfica. A decir verdad, no suelo trasladar al blog libros por ejemplo como el ensayo, paradójicamente en lo más que leo, porque un ensayo es algo que crea posiciones distintas y a veces enconadas. Por eso este blog se centra en narrativa. Tampoco suelo traer películas que puedan crear idénticas posiciones. Pero hace unos meses me recomendaron una serie de películas y entre ellas estaba “Las flores de Harrison”.

Esta película trata sobre el fotoperiodismo cubriendo conflictos bélicos (todas las películas que me recomendaron son de igual temática). En este caso la trama se desarrolla en la guerra de la antigua Yugoslavia. Ni que decir tiene que viéndola en estos tiempos irremediablemente la asociamos con la actual, y esperemos que pronto quede en cosa del pasado, guerra ruso-ucraniana.

Haciendo una breve sinopsis de la película es la historia de Sara Lloyd (Andie MacDowell) y Harrison Lloyd (David Strathairn) un matrimonio que trabaja en una prestigiosa publicación. Él como fotoperiodista (ganador de un Pulitzer) y ella como periodista. Se lo han currado y han llegado a un status económico que permite que Harrison quiera dejar esa profesión y dedicarse a cultivar las flores de su invernadero. Él siente el momento que ha de dar un paso a un lado, pues como afirma su buena suerte está en números rojos.

Pero está ligado a un contrato y le piden un último trabajo en Yugoslavia. En un conflicto que se creía local, pues la misma Europa no le prestaba importancia y lo que verdaderamente allí se estaba desarrollando era una total y cruel guerra. Esta película también denuncia tales hechos que sucedieron en la realidad, pues fue precisamente el periodismo quién dio la voz de alarma de lo que realmente allí estaba ocurriendo. Uno de los mayores desastres humanos de finales del siglo XX y que por desgracia parece que ahora se repite en Ucrania.

Harrison, ignorante de todo creyendo que iba a informar sobre una pequeña revuelta, va a realizar su trabajo y allí sufre un accidente tras derrumbarse en edificio donde se halla y se le da por muerto. Sara no se resigna a aceptar el fatal destino de su marido y en una imagen de telediario cree reconocerlo de espaldas, por lo que se decide a entrar en el país como periodista e ir a buscarlo al hospital donde cree que está ingresado Harrison.

Allí corre las vicisitudes de la guerra y ve el genocidio que se está produciendo. Pero en la guerra, el infierno en la tierra, siempre hay gente buena que la ayuda para poder llegar a su destino. En este caso dos fotoperiodistas, Kyle Morris (Adrien Brody) y Marc Steven (Brendan Gleeson), que unen su suerte a la de ella. Es una película que no sólo muestra el peligro que pasan los reporteros de guerra por informar desde primera línea, sino igualmente el valor de la amistad y la camaradería.

Se rompe una lanza a favor del fotoperiodismo y lo necesario que es informar con rigor y libertad. En la película se dice una frase con la que estoy totalmente de acuerdo: "las fotografías son nuestra memoria colectiva". En un mundo como el actual, que cada uno de nosotros puede ser fotoperiodista con un simple smartphone, y donde posiblemente sea el momento de la historia que más fotos y videos se realizan, pero a la vez donde menos valor le damos a los mismos. Seamos conscientes de ello, pues la guerra en Ucrania es el primer conflicto bélico que podemos decir que se está emitiendo en directo.

Por desgracia hoy en día el reportero de guerra ya no es tan respetado por los bandos contendientes como antaño. Bien es cierto que el reportero de guerra de otros tiempos eran gente de otra pasta. Hoy se les ve como una amenaza en vez de como una persona que informa desde primera línea de fuego lo qué sucede. Que el periodismo, por diversas causas se haya degradado, y que no se respete sus vidas en zonas de conflicto es algo que como sociedad nos lleva al ocaso. Hace años que eso que antaño llamaban “opinión pública” ha desaparecido en mor de otros intereses.

Igualmente, esta película tiene un grito a favor de esos periodistas freelance que no están en la elite y nómina de los mejores medios de comunicación a nivel mundial. De esos que van por su cuenta y riesgo pagándoselo todo sin saber si alguien comprará su trabajo. Hay una potente escena de denuncia social y laboral entre Harrison y Kyle sobre un humilde fotoperiodista que conocían y que muere en un conflicto al que había ido para informar empeñando lo poco que tenía.

Esto es una reflexión que daría para mucho y que obviamente este blog no es lugar para ello.

Un film que no muestra escenas sangrientas de manera gratuita, sino escenas que nos llevan a una profunda y amplia reflexión filosófica en estos tiempos donde parece que el mundo va encaminado inexorablemente al Armagedón. Una película muy enérgica que como espectadores nos mantiene en continua tensión y nos mete de lleno en territorio hostil mostrando las grandezas y miserias del género humano. Todo ello mostrando el genocidio y caos de la guerra moderna llevada a cabo en la antigua Yugoslavia.

Se que no es el estilo del blog hacer tales publicaciones, pues sé que puede llevar a enconados debates que prefiero evitarlos. Pero a la vez pienso que no podemos mirar hacia otro lado, pues la historia es cíclica y parece que se repite. Tristemente es así.

Saludos y buenos libros… y películas.

viernes, 22 de julio de 2022

Yo también soy un anticuado.

 


Si de una cosa me he dado cuenta en mis largos años de lector es de la importancia de los libros como contenedores y salvaguarda de las civilizaciones. Una sociedad sin libros es una sociedad que ha sido destruida intelectual y psicológicamente.

Corren, y de manera imparable, los tiempos de la era tecnotrónica. Todo se reduce a un tweet, un mensaje de texto o audio (estos últimos los odio), y un sinfín de métodos para reducir y ensimismas más a una sociedad totalmente indolente y anestesiada. No es de extrañar que los que aún formamos esa irredenta quinta columna de lectores/as se nos adjetive de anticuados.

Leer un libro puede ser un pasatiempo, una necesidad, una forma de vida, un ansia de enriquecimiento cultural. Todo puede ser. Pero a veces parece que al lector se le degrada de forma peyorativa como un ser siniestro, asocial, oscuro… La verdadera realidad es que al lector/a se le tiene miedo porque es un libre pensador. Un ser que ha trascendido sobre la mediocridad imperante. Y eso lo convierte en un elemento subversivo frente a esta “kultura” que hoy impera.

¿Somos aburridos? Yo creo que no. ¿Se nos puede asignar otro tipo de adjetivos descalificativos como podría ser el de friki? Creo que tampoco. Simplemente hemos optado libremente por una filosofía de vida o de actividad en nuestro tiempo libre tan loable para nosotros como el que tiene otras aficiones. Tengo claro que cada día que pasa leer se está volviendo una actividad peligrosa. Y ser lector es prácticamente ser un terrorista de las letras y el intelecto. Pero ahí seguimos leyendo y embarcándonos en aventuras de todo tipo. A la comodidad de un confortable sillón y una caliente infusión en invierno y acariciados por la suave brisa estival mientras disfrutamos de un buen libro. Tal vez tengan razón y sí: somos unos aburridos. Pero unos aburridos que disfrutan en un mundo que parece que cada día va perdiendo extensión territorial.

¿Seremos los últimos de una estirpe de milenios?

Feliz fin de semana para todos/as.

Saludos y buenos libros.

miércoles, 20 de julio de 2022

Nieve de julio.

 



Género: Novela.

Autor: Concha López-Narváez (España).

Año de publicación: 1982.

«¡Qué triste, qué enfadada y que sola iba yo en aquel tren que me llevaba a casa del tío Pop!

-En el tren no hay peligro, tu estación es la última, y el tío Pop estará en el andén, esperándote. Has cumplido once años y puedes marchar sola. A tu madre y a mi el tiempo ya nos falta -había dicho mi padre con el último beso...»

 

Estamos en el mes de Julio y que menos que traer un titulo como el hoy presentado.

Hace poco leía que se están dando ciertas tendencias entre lectores adultos de volver a retomar sus lecturas de la infancia. Podría ser que ante unas generaciones tan machacadas por la actual coyuntura eso derive en que psicológicamente queramos volver a nuestra niñez y que nuestro cerebro active esas capas subyacentes de los recuerdos. La lectura es algo propicio a ello, pues nos lleva mentalmente a esas tiernas edades y encima hoy podemos leer dichos textos desde otras perspectivas.

Y eso he hecho. Lecturas que me devuelven a la niñez y adolescencia. Hace unos meses recuperé entre miles de libros de mi biblioteca estos ejemplares de la editorial Edebé. Esta editorial trabajaba los libros de texto en los centros educativos regidos por la orden de los salesianos. Por eso no tengo, salvo los de sociales de 3º y 4º de E.G.B. aquellos míticos libros de la editorial Santillana como sí tenían los colegios públicos. Estos libros venían junto con los de las distintas asignaturas. Era para leer uno por trimestre. Creo que eran dos por curso. Incluso aún conserva el forro. Esto del forro a mi me pareció siempre una tontería. Porque los libros se compraban en propiedad. Eran míos y no del centro. Con esto de los libros siempre ha existido negocio de pingues beneficios. Por lo tanto, yo no comprendía, ni aun comprendo, a razón de qué forrar MIS libros. Y encima el suplicio que significaba tan ardua tarea. Porque si era plástico sin adhesivo vale, pero como fuera del otro con adhesivo mal asunto. Este no tiene adhesivo y creo que se lo voy a quitar (al final lo retiré).

Han pasado décadas desde que leí Nieve de julio. Lo recordaba lejanamente. La verdad que me ha hecho retroceder en el tiempo en un mar de recuerdos. Encontré tres ejemplares, pero debe de haber más porque recuerdo los títulos. Libros que conservo porque las buenas historias son imperecederas. Como decía el eslogan de Edebé: “si quieres aventura lánzate a la lectura”. Lo he disfrutado ahora más que en su momento. Porque estos libros eran parte de los deberes pues había que leerlos y resumirlos en un trabajo a presentar. No como ahora que los leo y disfruto cada página por puro placer sin ninguna imposición de tener que entregar un trabajo sobre el mismo. Ironías de la vida ahora escribo igualmente con placer para divulgarlos en este blog. Quién me lo hubiera dicho hace décadas donde toda esta tecnología era impensable o la veíamos muy lejana.

En fin… la vida que va pasando y los recuerdos acumulándose.

Sobre “Nieve de julio” decir que es una historia de esas que hoy en día adolecen en la juventud. Teresa, nuestra protagonista, ha de irse el verano, a su pesar, a pasar las vacaciones con los tíos de sus padres (tío Pop y tía Luisa). Dos personas de caracteres muy diferentes a las que les llega Teresa y cambia su rutinaria y acomodada vida. Allí Teresa encuentra sus raíces. Su historia familiar. El patrimonio de la familia abocado a la desaparición por falta de un verdadero heredero que quiera continuar el legado. Conoce un nuevo mundo para ella totalmente inimaginable semanas atrás. Esta niña, camino ya de la adolescencia, descubre el valor de las cosas. El valor de la amistad, de la sabiduría y el respeto a los mayores. Y a su vez Pop y Luisa descubren la alegría, a veces no reconocida, sobre todo de Luisa, de la presencia de Teresa.

Como digo es un libro muy ameno y lleno de valores. Con una lectura que si bien está enfocada a un público infantil perfectamente sirve para todas las edades. Hasta no hace muchos años seguía siendo de lectura recomendada en centros escolares y se ha reeditado varias veces y en distintas editoriales. A mí me parece una obra muy buena en esta época que estamos viviendo, porque lleva una carga de valores sumamente importante.

Incido en lo que siempre. Si lo ven cómprenlo para sus hijos. Si lo tienen reléanlo porque en cada edad se le extraen unas buenas enseñanzas. No estoy muy al día en literatura infantil y juvenil, pero a veces pienso si ya no se escriben libros como estos. Tal vez sean de forma irremediable vestigios de otras épocas y las nuevas generaciones, tanto de escritores como de lectores de esta franja de edad, prefieren otro tipo de temática y otra forma de trasmitir-recibir valores. No lo sé. Pero leyendo estos textos los disfruto enormemente, pero a la vez me invade una nostalgia de si hemos dejado algo por el camino o algo no hemos hecho bien. Tal vez haga falta muchos tíos Pop y muchas tías Luisa… Indudablemente lleva la impronta de una autora licenciada en Filosofía y Letras. Aparte de que Concha López-Narváez ha ganado, entre otros, importantes galardones como el Premio Lazarillo (1984) y el Premio Cervantes Chico (1996). Por tanto sus libros llevan un profundo mensaje filosófico escrito en un lenguaje sencillo y en unas historias muy bien estructuradas. Eso le da una esencia e impronta muy importante al texto.

Nieve de julio, una novela totalmente encantadora.

Saludos y buenos libros.