Año: 2000
Duración: 126 min.
País: Francia
Dirección: Elie Chouraqui
Guion: Elie Chouraqui, Didier Le Pêcheur, Isabel Ellsen.
Novela: Isabel Ellsen
Música: Bruno Coulais
Fotografía: Nicola Pecorini
Reparto:
Andie MacDowell, Elias Koteas, Brendan Gleeson, Adrien Brody, David Strathairn, Alun Armstrong, Caroline Goodall, Diane Baker, Quinn Shephard, Marie Trintignant, Christian Charmetant, Gerard Butler, Scott Anton, Christopher Clarke, Dragan Antonic, Marie-Béatrice Bernert
Género: Drama.
Premios
2000:
Festival de San Sebastián: Mejor fotografía
«…Y tienes que correr porque si no te matan. Te matan. Así que
corres y las balas vuelan en todas direcciones y has de esquivar las
explosiones de las bombas. Y entonces piensas: ¿dónde estará Dios? ¿Dónde se
habrán metido esos ángeles custodios de los que todos hablan? Y piensas en tu
madre. Piensas en la dirección de tu casa. Te apetece fumar un cigarrillo y
piensas en tonterías. Sí.
Nuestro trabajo se centra en la
crueldad y la idiotez de la raza humana. Su odio. Así que cuando crees que vas
a morir resulta natural que pienses en algo que sea hermoso ¿verdad? Hay dos
clases de personas en el mundo. Los que han ido a la guerra y la han vivido de
cerca y los que no. Son animales distintos…»
Yeagher Pollack (Elias Koteas)
Hoy traigo una reseña cinematográfica.
A decir verdad, no suelo trasladar al blog libros por ejemplo como el ensayo,
paradójicamente en lo más que leo, porque un ensayo es algo que crea posiciones
distintas y a veces enconadas. Por eso este blog se centra en narrativa. Tampoco
suelo traer películas que puedan crear idénticas posiciones. Pero hace unos
meses me recomendaron una serie de películas y entre ellas estaba “Las flores
de Harrison”.
Esta película trata sobre el
fotoperiodismo cubriendo conflictos bélicos (todas las películas que me
recomendaron son de igual temática). En este caso la trama se desarrolla en la
guerra de la antigua Yugoslavia. Ni que decir tiene que viéndola en estos
tiempos irremediablemente la asociamos con la actual, y esperemos que pronto
quede en cosa del pasado, guerra ruso-ucraniana.
Haciendo una breve sinopsis de la
película es la historia de Sara Lloyd (Andie MacDowell) y Harrison Lloyd (David
Strathairn) un matrimonio que trabaja en una prestigiosa publicación. Él como
fotoperiodista (ganador de un Pulitzer) y ella como periodista. Se lo han
currado y han llegado a un status económico que permite que Harrison quiera
dejar esa profesión y dedicarse a cultivar las flores de su invernadero. Él
siente el momento que ha de dar un paso a un lado, pues como afirma su buena
suerte está en números rojos.
Pero está ligado a un contrato y
le piden un último trabajo en Yugoslavia. En un conflicto que se creía local,
pues la misma Europa no le prestaba importancia y lo que verdaderamente allí se
estaba desarrollando era una total y cruel guerra. Esta película también
denuncia tales hechos que sucedieron en la realidad, pues fue precisamente el
periodismo quién dio la voz de alarma de lo que realmente allí estaba
ocurriendo. Uno de los mayores desastres humanos de finales del siglo XX y que
por desgracia parece que ahora se repite en Ucrania.
Harrison, ignorante de todo
creyendo que iba a informar sobre una pequeña revuelta, va a realizar su
trabajo y allí sufre un accidente tras derrumbarse en edificio donde se halla y
se le da por muerto. Sara no se resigna a aceptar el fatal destino de su marido
y en una imagen de telediario cree reconocerlo de espaldas, por lo que se
decide a entrar en el país como periodista e ir a buscarlo al hospital donde
cree que está ingresado Harrison.
Allí corre las vicisitudes de la
guerra y ve el genocidio que se está produciendo. Pero en la guerra, el
infierno en la tierra, siempre hay gente buena que la ayuda para poder llegar a
su destino. En este caso dos fotoperiodistas, Kyle Morris (Adrien Brody) y Marc
Steven (Brendan Gleeson), que unen su suerte a la de ella. Es una película que
no sólo muestra el peligro que pasan los reporteros de guerra por informar
desde primera línea, sino igualmente el valor de la amistad y la camaradería.
Se rompe una lanza a favor del
fotoperiodismo y lo necesario que es informar con rigor y libertad. En la película
se dice una frase con la que estoy totalmente de acuerdo: "las fotografías son
nuestra memoria colectiva". En un mundo como el actual, que cada uno de nosotros
puede ser fotoperiodista con un simple smartphone, y donde posiblemente sea el
momento de la historia que más fotos y videos se realizan, pero a la vez donde
menos valor le damos a los mismos. Seamos conscientes de ello, pues la guerra
en Ucrania es el primer conflicto bélico que podemos decir que se está
emitiendo en directo.
Por desgracia hoy en día el
reportero de guerra ya no es tan respetado por los bandos contendientes como
antaño. Bien es cierto que el reportero de guerra de otros tiempos eran gente
de otra pasta. Hoy se les ve como una amenaza en vez de como una persona que
informa desde primera línea de fuego lo qué sucede. Que el periodismo, por
diversas causas se haya degradado, y que no se respete sus vidas en zonas de
conflicto es algo que como sociedad nos lleva al ocaso. Hace años que eso que
antaño llamaban “opinión pública” ha desaparecido en mor de otros intereses.
Igualmente, esta película tiene
un grito a favor de esos periodistas freelance que no están en la elite y nómina
de los mejores medios de comunicación a nivel mundial. De esos que van por su
cuenta y riesgo pagándoselo todo sin saber si alguien comprará su trabajo. Hay
una potente escena de denuncia social y laboral entre Harrison y Kyle sobre un
humilde fotoperiodista que conocían y que muere en un conflicto al que había
ido para informar empeñando lo poco que tenía.
Esto es una reflexión que daría
para mucho y que obviamente este blog no es lugar para ello.
Un film que no muestra escenas
sangrientas de manera gratuita, sino escenas que nos llevan a una profunda y
amplia reflexión filosófica en estos tiempos donde parece que el mundo va
encaminado inexorablemente al Armagedón. Una película muy enérgica que como
espectadores nos mantiene en continua tensión y nos mete de lleno en territorio
hostil mostrando las grandezas y miserias del género humano. Todo ello
mostrando el genocidio y caos de la guerra moderna llevada a cabo en la antigua
Yugoslavia.
Se que no es el estilo del blog
hacer tales publicaciones, pues sé que puede llevar a enconados debates que
prefiero evitarlos. Pero a la vez pienso que no podemos mirar hacia otro lado,
pues la historia es cíclica y parece que se repite. Tristemente es así.
Saludos y buenos libros… y películas.