miércoles, 13 de julio de 2022

Mararía.

 

Mararía, mujer arrebatadoramente ardiente.


Género: Novela.

Autor: Rafael Arozarena (España).

Año de publicación: 1973.

«Me habían descrito al hombre. Un hombre bajo, débil, pequeño. Un hombre con ojos de ratón, ojos negros, diminutos como cabezas de alfileres, brillantes bajo unos parpados nerviosos. Un hombre con bigote grande, espeso, de puntas afiladas, puntas señalando al horizonte, como las agujas de la rosa de los vientos…»

Hoy traigo al blog la novela emblema de Canarias. Ni antes ni después de su publicación ninguna obra narrativa a tenido la fuerza de la historia de Mararía. A lo sumo dentro de la literatura regional, pero sin lugar a dudas es una de las ficciones literarias más potentes del panorama nacional.

Mararía es una novela con un lenguaje ricamente redactado. Ese lenguaje y expresiones canarias que aún conservamos debido a nuestra insularidad y que aunque está muy deteriorado por injerencias y expresiones externas, aún pervive en el Archipiélago. Sobre todo en las islas menores. A veces nos olvidamos de la riqueza de nuestro lenguaje y deberíamos cuidarlo más. En la actualidad el castellano con más variantes que se habla se da en las Islas Canarias y en Argentina. Por eso la importancia de no perderlo y el apoyo que hay que darle a dicha narrativa canaria como medio de difusión para ello.

Esta no es otra historia sino la de esos pueblos pequeños que es un universo aislado lo conforman planetas masculinos girando a través de su estrella femenina. El resto de sus mujeres son planetoides que no pueden preponderar, ni siquiera igualar, a Mararia y que muchas veces actúan como satélites bajo el influjo de ésta. Pero ella no es luz sino oscuridad. No es estrella enana y luminosa como nuestro sol, sino gigante roja que todo lo absorbe y destruye. Sobre todo a los hombres uniéndolos inexorablemente a un fatal destino. Posiblemente hablando desde una perspectiva psicológica Mararia sufre un caso de misandria (odio a los hombres) que ella lo controla muy bien, y muy consciente de ello, al saberse deseada como así afirman varios personajes en la historia.

Hay una dicho que afirma que “pueblo pequeño infierno grande”. Y Arozarena trató este hecho sociológico muy bien en su novela. Que nadie se lleve a engaño. La España profunda también se da en los territorios insulares. Hoy se habla mucho de fenómeno de la España vaciada. Pero ésta no es sino una de las derivaciones de la España profunda. De aquella España de la que Antonio Machado decía que corría la sangre de Caín. En ella se despliegan unos personajes con sus miserias y aciertos humanos. Sus secretos y confesiones. Sus anhelos y deseos. La vida y la muerte. El desarrollo de cada personaje es a la vez un misterio. Historias paralelas que se desarrollan y derivan en otros temas como la locura, la ambición, la envidia y la calumnia. Y eso es algo que aunque ya no se ve con tanta asiduidad, no podemos negar que hubo pueblos donde hubieron Mararias que hicieron correr hasta la sangre. Porque mujeres como ella anexaban de forma común en un círculo vicioso que quién entraba jamás podría volver a salir.

Creo que Rafael Arozarena tuvo un total acierto ambientándola en Lanzarote, para quién sea de otros lugares que sepa que las localizaciones dadas en la novela (Femés, Uga, Mácher, Yaiza…) son reales. Y digo que fue un acierto porque Mararia es una mujer agreste e impetuosa. Cortante y áspera por fuera, pero a la vez con interior que es puro fuego. Con un físico de belleza canaria inigualable, pero que el crúor de sus venas es pura lava que al eclosionar arrasa todo a su paso. Porque ella no es una belleza frondosa y benévola como La Palma o El Hierro. Ella es como Lanzarote, una belleza salvaje e indómita.

En este universo desarrollado en Femés, un lugar preciso de Lanzarote, son planetas que giran alrededor de su estrella. Como siempre digo, a mí no me gusta desarrollar mucho los escritos y entrar en capas subyacentes. Mi intención no es otra que ser banderín de enganche de la curiosidad y que quiénes leen este blog acaben leyendo los títulos que expongo. Con Mararía no hago excepción. Sus personajes son todos de unas dimensiones humanas propias de ese aislamiento culturalmente endogámico de la España profunda que no derivó en otra cosa que el cainismo y la ignorancia. Y el personaje que a mi menos me agradó fue sin lugar a dudas Marcial el petudo. Personaje odioso. No por su tara física, sino por la maldad tan grande, solo suavizada por su amor fraternal a Jesusito, que contiene su personalidad. Pero hay una frase que dice que es de una realidad totalmente brutal y que no me resisto a transcribirla:

«...No hay dolores que maten, no, señor. Los dolores, si matan, se hacen cortos, digo yo. Los verdaderos son los que llevan años tras años, toda una vida dentro de uno y se van haciendo largos y anchos como la mar, y se vuelven negros y arden como las piedras de los malpaíses...»

Hay que incidir que Rafael Arozarena previamente a publicar Mararía ya había escrito tiempo atrás un romance titulado “María la de Femés”. Personaje posiblemente real de una mujer que debió ser arrebatadora. De ahí esa fusión entre el nombre de Mara, diosa de la pasión, y María

En el año 1998 Mararía fue llevada al cine. Aunque es una excelente producción interpretada por magníficos actores, otro acierto con Carmelo Gómez y Goya Toledo acompañados de un reparto de lujo, dirigida por Antonio Betancor y con música del canario Pedro Guerra, he de decir, tampoco es sorprendente, que no me agradó del todo. Y digo que no es sorprendente porque toda adaptación literaria al cine siempre se cambia la historia de manera muy incipiente. Esta película está muy desvirtuada de la historia original. Incluso insertan temas que no vienen a cuento, pues ni aparecen de manera superficial, en la historia. Aunque sí ahonda mucho más en el tema del curanderismo, las creencias en ese sincretismo pagano-cristiano y la brujería. 

 

Cartel de la película "Mararía" (1998).

 

Con unos planos y rodaje en exteriores que son maravillosos y con unos interiores en esas casas típicas canarias que ambientan la novela en su justa medida.

Si no fuera basada en la novela sería, más bien es, una película que vale la pena de ver. Soy un purista en ese tema y nunca consigo ver una película que me agrade si es una adaptación literaria. Y reitero, la película en fantástica si no se ve desde la asepsia de quién ha leído la novela. Aunque el final de la película, en mi opinión, si es más acorde a Mararia que el final del libro.

Poco más puedo añadir salvo recomendarles que lean Mararía. Puro fuego literario.

Saludos y buenos libros.

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