viernes, 22 de noviembre de 2024

La ciudad y sus muros inciertos.

 



Género: Novela.

Autor: Haruki Murakami (Japón).

Año de publicación: 2024 (de manera definitiva).

 

«Fuiste tú quien me habló de aquella ciudad.

Aquella tarde de verano remontábamos el curso del río envueltos en el dulce aroma de las plantas, íbamos sorteando tímidos diques y deteniéndonos de vez en cuando a contemplar los pececillos plateados que nadaban en los remansos, hasta que nos descalzamos por fin y dejamos que la cristalina corriente de agua lamiera nuestros tobillos y nuestros pies se hundieran en la fina arenilla del fondo como en las blandas nubes de un sueño. Yo tenía diecisiete y tú apenas dieciséis.»

 

Cuando una persona de la talla intelectual de Eva Castillo te recomienda un libro ya uno sabe que nos vamos a adentrar en una fascinante historia. El pasado verano Eva me animó a la lectura de esta obra de Tamiki Hara y la verdad es que he salido sumamente satisfecho.

Así que expongo mi reseña.

Haruki Murakami, maestro de los mundos oníricos y las exploraciones interiores, nos regala en La ciudad y sus muros inciertos una obra que combina magistralmente el lirismo nostálgico y el misterio existencial. La novela sigue al joven protagonista, quien, marcado por un primer amor tan profundo como efímero, se embarca en un viaje emocional y, finalmente, físico hacia una ciudad amurallada que desafía las leyes de la lógica y vigilada por un celoso guardián. Donde la propia sombra se pierde y donde para la pervivencia de la propia ciudad necesitan un lector de sueños.

El relato comienza con la inocencia de un amor adolescente, desarrollado en encuentros fugaces, pero rápidamente toma un giro hacia lo extraño cuando la joven introduce la idea de una ciudad en otro mundo, donde afirma residir su verdadero yo. Este concepto, tan propio del universo murakamiano, introduce una reflexión sobre la identidad y la conexión entre los mundos reales y soñados.

Murakami nos sumerge en paisajes melancólicos y detalles precisos que evocan la belleza fugaz de los momentos compartidos y el peso de las ausencias. La misteriosa carta de despedida de la joven y la larga espera del protagonista añaden un aire de pérdida y anhelo, temas centrales en su obra. Sin embargo, la aparición tangible de la ciudad demuestra que en el universo de Murakami todo es posible, y que los límites entre realidad y sueño son, en última instancia, inciertos.

En esta novela, el autor explora la fragilidad de las conexiones humanas, la búsqueda de sentido y la inevitabilidad del destino, invitándonos a cuestionar nuestra percepción de lo real. Con su prosa hipnótica y su habilidad para captar la esencia de lo intangible, La ciudad y sus muros inciertos es un viaje inolvidable al corazón de la nostalgia y el misterio.

Igualmente me ha gustado el orden y concierto de todos los personajes y elementos que aparecen en la misma. Nada está puesto al azar ni antes o después de tiempo. Confluye en una armonía perfecta.

El señor Koyasu y Saeda han sido mis personajes favoritos. De esas personas que a todos nos gustaría tener en la vida como amigos, confidente y consejeros. Gran parte de la estructura de esta novela pivota sobre ellos.

No es una novela para leer con prisas ni estridencias, al contrario, hay que leerla de forma pausada y reflexionar sobre la misma tras cada capítulo.

Tampoco creo que sea una novela para un publico de historias ligeras. Es para personas que tengan preguntas más allá de la Matrix y la metafísica.

A su autor, tras publicaciones previas, le costó cuarenta años perfilarla a su gusto. Y aun así es como si esta historia debiera atravesar nuevamente los muros inciertos a la ciudad buscando una continuación que me gustaría que se produjese.

Mi valoración 5/5.

Saludos y buenos libros.

#labibliotecahiperborea

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lunes, 18 de noviembre de 2024

El hijo del cura y El cura ya tiene hijo.

 




En las pequeñas psicopatías que últimamente me afectan, o me enriquecen, me ha dado por ver películas españolas de la buena época. Ozores, Pajares, Esteso, Juanito Navarro, José Sazatornil, Florinda Chico… Actores y actrices de una época gloriosa del cine patrio.

Y estas dos películas de la década de los años 80 me han encantado.

Cuando no había tanto ofendidit@ ni subvencionado y se podía hablar de todo sin necesidad de disculparse.

Cuando el cine español rodaba películas de crítica social en clave de humor inteligente (recomiendo ver todas las películas basadas en libros de Fernando Vizcaíno Casas).

Cuando las cosas se llamaban por su nombre y las mujeres eran bellezas naturales, y con mucho talento interpretativo, y no artificios de redes sociales como ahora.

Cuando lo políticamente incorrecto era norma y enseña de libertad.

Cuando se hablaba abiertamente de la sociedad con sus vicios y virtudes. Desde el casto cura hasta el alcalde que se iba a cariñosas. O del abuelo que se iba con su nieto gay a tales casas a ver si el muchacho “espabilaba”.

Cuando se visualizaba que indistintamente se fuera fascista o comunista todos buscaban lo mismo. Dinero y poder (las putas las compartían porque lo público en este país siempre ha estado muy manoseado, penetrado y disfrutado).

Cuando se sentía orgullo de nuestras señas identitarias y particularidades de cada región española.

¿Dónde quedan ya esos “cuándo” en esta España que ya ni se la conoce?

Muchas veces de forma errónea, otras no, decimos que el pasado fue mejor que el presente. Pero en este caso el pasado se echa mucho de menos. Y no soy un romántico ni nostálgico cegado por los recuerdos. Porque la España de aquella época tuvo sus sufrimientos con la droga, delincuencia, los años de plomo y los problemas propios de cualquier país. Pero hoy estamos peor que nunca. Películas y actores así no los volveremos a ver en la vida.

Nos quedan los recuerdos entre los escombros de este ocaso nacional.

#labibliotecahiperborea

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jueves, 14 de noviembre de 2024

Cien años de Radio en España.

 


Se cumple hoy el primer siglo de la radio en nuestro país y quisiera hacer una breve remembranza de recuerdos.

En mi casa este medio de comunicación siempre a estado muy presente.

Recuerdo a mi bisabuela y abuela calando (bordado típico canario) escuchando radio. Echaban horas en la tarde cosiendo con la radio encendida. A lo que a veces se aderezaba con la visita de alguna vecina o amiga de la familia donde contaban batallitas de antaño mientras yo siendo niño jugaba cerca, sobre todo con figuras de soldaditos y de indios y vaqueros.

Aquellas conversaciones presenciales y emisiones de radio me hicieron sentir el amor que profeso por La Orotava y ser un lector generalmente de ensayo. Una concatenación de hechos que me resultó beneficiosa.

Ellas eran oyentes muy variadas en programas. No se casaban con nadie y querían saber todas las opiniones. Directamente Encarna (COPE), Iñaki Gabilondo (SER), Juan Manuel Gozalo (RNE), Federico Jiménez Losantos (COPE) (este a mi abuela no le caía muy bien), Agustín Castellote (COPE), La Voz del Valle, Radio Taoro, Radio María y muchos más que no recuerdo.

A título personal hubo una época que escuché mucha radio. Sobre todo en la época de los 90 y primera década de este sigo: Turno de Noche y La Rosa de los Vientos (Onda Cero) en la época del gran Juan Antonio Cebrián, Espacio en Blanco (en las varias cadenas dónde se ha emitido), Milenio 3 (SER), Supergarcía (Cope), El Larguero (SER), Hablar por Hablar (SER), En la Boca del Lobo (en varias cadenas), Una Hora en Libertad (en varias cadenas), Crónicas de San Borondón (en varias cadenas), Europa FM, los programas de Fernandisco, Los 40 principales, La Escóbula de la Brújula, Objetivo la Luna, etc.

Muchos de estos programas empecé a escucharlos en radio y hoy en día en forma online. Algunos ya no existen y otros ya no los escucho (salí decepcionado).

Admito que la radio forma parte de nuestra vida. Siempre recordaré a mi bisabuela y abuela yendo a escuchar “el parte” en una vieja radio que debe andar por el trastero de mi casa.

Recuerdos… Me voy haciendo mayor

#labibliotecahiperborea

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