El mundo… Está bueno el mundo en esta época del máximo apogeo de la maldad y la mediocridad. Y claro está eso afecta a la sociedad. Vivimos malos tiempos y quién lo niegue o está en la pomada o simplemente vive en una ceguera intelectual. Eso conlleva que a las personas nos contaminen, o al menos lo intenten, el intelecto. Hay que ser psicológicamente muy duro para poder soportar las embestidas de esta sociedad tan descentrada.
Cuando llegamos a nuestra casa, ultimo reducto de nuestra libertad, necesitamos estas tres virtudes: una buena ducha caliente, un buen y reparador sueño y un gran abrazo. Dos de esas tres cosas las puedes conseguir. La tercera, y para mi la más importante, reside generalmente en esa persona que acompaña tu existencia vital. Si tienes esas tres, y más en estos inciertos tiempos, eres una persona afortunada.
A nivel sensorial una ducha de agua caliente es muy beneficiosa para el cuerpo. Y más si la acompañas de productos para la relajación. Una ducha caliente junto a esa persona y un sueño reparador abrazados a tu compañero/a de viaje coexistencial es medicina energética e intelectual de la mejor que pudiera existir.
Un sueño reparador fisiológicamente es fundamental. Dormir no es lo mismo que descansar. Por eso hay gente que se levanta perfecta y otros con malestar.
Y un abrazo… ¿qué decir de un abrazo? Eso ya es una fuente inagotable de energías. Ese abrazo mutuo y largo. Esa trasmisión energética entre dos cuerpos que se buscan más allá de lo físico para llegar al clímax espiritual. Es ahí donde se forman los escudos de protección frente a la molicie. Por eso el hogar y el abrazo deben ser protegidos como reductos propios.
Uno de los mayores problemas
existenciales de la actualidad es que se busca la felicidad. Pero no esa
felicidad interna propia y del hogar, sino esa felicidad externa y propagada en
redes sociales. Felices de cara a la galería, pero a su vez sostenidos por
psicofármacos. Eso no puede ser así. El mundo duele bastante y no hay fármacos
que sirvan para mitigar tal dolor. La felicidad hay que buscarla en los
pequeños grandes placeres de una ducha, un sueño, y lo que es mejor, de un
abrazo. Y por su puesto en una buena lectura.
Feliz fin de semana para todos/as.
Saludos y buenos libros.
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