Género: Novela.
Autor: Jorge Luis Borges (Argentina).
Año de publicación: 1949.
«En Londres, a principio del mes de junio de 1929, el anticuario Joseph Cartaphilus, de Esmirna, ofreció a la princesa de Lucinge los seis volúmenes en cuarto menor (1715-1720) de la Ilíada de Pope. La princesa los adquirió; al recibirlos, cambió unas palabras con él. Era, nos dice, un hombre consumido y terroso, de ojos grises y barba gris, de rasgos singularmente vagos. Se manejaba con fluidez e ignorancia en diversas lenguas; en muy pocos minutos pasó del francés al inglés y del inglés a una conjunción enigmática de español de Salónica y de portugués de Macao…»
Que ganas tenía de traer al blog esta joya de la literatura borgiana. El Aleph es uno de los libros con más encanto de Borges. Una obra llena de alegorías, lecturas entre líneas e intrahistorias solo para quiénes las sepan “ver”.
Estas son una serie de historias que su lectura me reportó algunas anécdotas, pues la hice conjuntamente junto a otra persona y luego cruzábamos impresiones al respecto sobre dichas historias. Esa persona era primeriza en lo borgiano, y como a tantas en ese ritual iniciático hacia la más bella literatura, tuvo momentos de zozobra intelectual. Aunque considero que tal zozobra siempre es buena, necesaria y constructiva, pues despierta el interés por otros temas y abre la mente a una perspectiva aún mayor. El Aleph es un libro mágico. Con unas referencias arcanas muy potentes en historias con intrahistorias más profundas. Tal vez no sea, o sí, el mejor libro para embarcarse la primera vez con Borges, pero creo por alguno hay que empezar y este es todo un bautismo de fuego, pues es una literatura especial, pero con mucho encanto. El Aleph forma parte de una trilogía junto a “El Zahir” y “La escritura del dios”. Indispensables igualmente su lectura. Estos tres relatos micro cósmicos al unirse forman un cosmos que abre una especie de puerta interestelar de forma literaria un macrocosmos. Creo que estos tres relatos, sin desmerecer al resto, conformar la base en la que se sustenta el libro. Incluso añadiría un cuarto y quinto como son “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto” y los “Los dos reyes y los dos laberintos”. Aunque para otros es “El inmortal”, “Los teólogos”, “Deutsches réquiem” y “La espera” donde Borges fluye en simbiosis con la palabra escrita.
En una valoración más personal es un libro de lectura fluida, y a la vez muy refinada, pues utiliza muchísimas expresiones hoy en desuso que brillan por su galantería literaria. No es el típico libro que los capítulos se hacen tediosos. Al contario, siempre quieres más. Es un libro no muy extenso y por lo tanto lo bueno dura poco. Creo que es de esos volúmenes que deben releerse cada cierto tiempo porque siempre se le descubrirán nuevos matices. Ya de por si su portada, de las que existen varios formatos, es muy intrigante. De esas imágenes que contienen un mensaje oculto con esa especie de túnel en lo que nos adentramos en un mundo por descubrir. Y sobreimpresionado en la misma “El Aleph”. ¿Qué significa ese nombre? Según Borges, el Aleph es el punto mítico del universo donde todos los actos, todos los tiempos (presente, pasado y futuro), ocupan “el mismo punto, sin superposición y sin transparencia”. De lo cual se desprende que el Aleph representa, tal como en matemáticas, el infinito y, por extensión, el Universo. Igualmente, el Aleph es la primera letra del alfabeto hebreo. Tal letra se corresponde a la raíz espiritual de todas las letras y por tanto de toda el habla humana.
Borges era un erudito y en este libro sabía dónde poner cada palabra. Nada está al azar. Logró condensar todo un cosmos en este microcosmo. ¿Es literatura fantástica? No comparto esa opinión. Creo que es literatura iniciática donde el propio Borges ejerce de maestro de ceremonia.
Si aún no han leído a Borges les invito a ello. Y si lo han leído y han tenido ese bendito bautismo literario es nuevamente tiempo de sumergirse en ese océano de literatura cósmica.
Saludos y buenos libros.