sábado, 29 de enero de 2022

El Aleph.


 


Género: Novela.

Autor: Jorge Luis Borges (Argentina).

Año de publicación: 1949.

«En Londres, a principio del mes de junio de 1929, el anticuario Joseph Cartaphilus, de Esmirna, ofreció a la princesa de Lucinge los seis volúmenes en cuarto menor (1715-1720) de la Ilíada de Pope. La princesa los adquirió; al recibirlos, cambió unas palabras con él. Era, nos dice, un hombre consumido y terroso, de ojos grises y barba gris, de rasgos singularmente vagos. Se manejaba con fluidez e ignorancia en diversas lenguas; en muy pocos minutos pasó del francés al inglés y del inglés a una conjunción enigmática de español de Salónica y de portugués de Macao…»

Que ganas tenía de traer al blog esta joya de la literatura borgiana. El Aleph es uno de los libros con más encanto de Borges. Una obra llena de alegorías, lecturas entre líneas e intrahistorias solo para quiénes las sepan “ver”.

Estas son una serie de historias que su lectura me reportó algunas anécdotas, pues la hice conjuntamente junto a otra persona y luego cruzábamos impresiones al respecto sobre dichas historias. Esa persona era primeriza en lo borgiano, y como a tantas en ese ritual iniciático hacia la más bella literatura, tuvo momentos de zozobra intelectual. Aunque considero que tal zozobra siempre es buena, necesaria y constructiva, pues despierta el interés por otros temas y abre la mente a una perspectiva aún mayor. El Aleph es un libro mágico. Con unas referencias arcanas muy potentes en historias con intrahistorias más profundas. Tal vez no sea, o sí, el mejor libro para embarcarse la primera vez con Borges, pero creo por alguno hay que empezar y este es todo un bautismo de fuego, pues es una literatura especial, pero con mucho encanto. El Aleph forma parte de una trilogía junto a “El Zahir” y “La escritura del dios”. Indispensables igualmente su lectura. Estos tres relatos micro cósmicos al unirse forman un cosmos que abre una especie de puerta interestelar de forma literaria un macrocosmos. Creo que estos tres relatos, sin desmerecer al resto, conformar la base en la que se sustenta el libro. Incluso añadiría un cuarto y quinto como son “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto” y los “Los dos reyes y los dos laberintos”. Aunque para otros es “El inmortal”, “Los teólogos”, “Deutsches réquiem” y “La espera”  donde Borges fluye en simbiosis con la palabra escrita.

En una valoración más personal es un libro de lectura fluida, y a la vez muy refinada, pues utiliza muchísimas expresiones hoy en desuso que brillan por su galantería literaria. No es el típico libro que los capítulos se hacen tediosos. Al contario, siempre quieres más. Es un libro no muy extenso y por lo tanto lo bueno dura poco. Creo que es de esos volúmenes que deben releerse cada cierto tiempo porque siempre se le descubrirán nuevos matices. Ya de por si su portada, de las que existen varios formatos, es muy intrigante. De esas imágenes que contienen un mensaje oculto con esa especie de túnel en lo que nos adentramos en un mundo por descubrir. Y sobreimpresionado en la misma “El Aleph”. ¿Qué significa ese nombre? Según Borges, el Aleph es el punto mítico del universo donde todos los actos, todos los tiempos (presente, pasado y futuro), ocupan “el mismo punto, sin superposición y sin transparencia”. De lo cual se desprende que el Aleph representa, tal como en matemáticas, el infinito y, por extensión, el Universo. Igualmente, el Aleph es la primera letra del alfabeto hebreo. Tal letra se corresponde a la raíz espiritual de todas las letras y por tanto de toda el habla humana.

Borges era un erudito y en este libro sabía dónde poner cada palabra. Nada está al azar. Logró condensar todo un cosmos en este microcosmo. ¿Es literatura fantástica? No comparto esa opinión. Creo que es literatura iniciática donde el propio Borges ejerce de maestro de ceremonia.

Si aún no han leído a Borges les invito a ello. Y si lo han leído y han tenido ese bendito bautismo literario es nuevamente tiempo de sumergirse en ese océano de literatura cósmica.

Saludos y buenos libros.

miércoles, 26 de enero de 2022

Amor, desgaste, descuido y fin.



Un nanómetro son 000000’1 mm. Pues aún mucho menos que eso, hasta llegar a 000…’1 (32 ceros seguidos) de milímetro (un Planck) bastan para romper y vaciar el corazón de una persona en su sentido afectivo y sentimental. Las grietas no se ven, pero ahí están. Tampoco se va notando como ese corazón se desangra. Es un proceso lento y silencioso, pero continuo.

Amor, desgaste, descuido y fin. No hay más. Y así se produce todo el proceso que lleva a que las personas dejen de amarse o se rompa una amistad. Lo peor es que luego quedan almas frustradas. Desilusionadas. Sin sangre y sin cicatrices visibles, pero mutiladas en su interior. Porque un corazón se vacía rápido, pero sellar esa abertura y rellenarlo de nuevo eso sí que es difícil. Porque esa persona con problemas cardiacos en lo sentimental se vuelve fría, desconfiada, distante. Personas que ríen con ganas de llorar y que sus sueños son el insomnio y la tristeza. Recelosos ante personas que quieres ser mecánicos/as del corazón y devolverles la luz y la alegría.

Dicen que lo que está para uno no está para nadie. No comparto esa afirmación. Al menos en parte. Lo que está para uno sí que puede estar para otro si no se sabe cuidar. ¡Que malo es un corazón roto! Pues esa brecha de un nanómetro cada día va agrandándose. Nanómetro, micra, décima, milímetro, centímetro… hasta que se fracciona y deflagra en mil pedazos. Y ese líquido tan preciado como es el elixir del amor se desparrama y se pierde.

El hambre es el deseo más intenso que conocemos. Pero el hambre puede calmarse fácilmente, saciarse con facilidad.

Existe otra fuerza. Un tipo diferente de hambre. Una sed insaciable que nunca puede calmarse. Su existencia misma es lo que nos define. La que nos hace humanos. Esa fuerza es el Amor. El Amor es la única fuerza que no se puede explicar. No puede reducirse a un proceso químico. Es el faro que nos guía de regreso a casa cuando no hay nadie allí y la luz que ilumina nuestra perdida. Su ausencia nos priva de todo placer y de la capacidad de dicha. Y tiñe de oscuridad nuestras noches y de tinieblas nuestros días.

Ay la grietas, las grietas del corazón. Yo creo que cuando uno llega a ciertas edades y fracasos ya se puede permitir la licencia de escribir éstas cosas. Revisen siempre la estructura del corazón para tenerlo siempre lleno de cosas bonitas y no rotas 💓💔🤍

sábado, 22 de enero de 2022

Confidencias de un estudiante.


 

Género: Narrativa, poesía.

Autor: Jesús Amaya Santos (España).

Año de publicación: 1989.

La sombra que se había formado en la parte superior derecha de la holandesa tomaba rasgos borrosos. Kastika permanecía de pie al lado de mi perro de compañía. No decía nada. Simplemente me escrutaba los ojos, como queriéndome levantar las entrañas del cerebro…

Koe. Primer relato de Confidencias de un estudiante.

Sinceramente no sé cómo llegó este libro a mi biblioteca. Posiblemente fuera por heredad o regalo, pues no recuerdo el haberlo adquirido. Es de esos libros que tal vez pasen desapercibidos por tiempo en nuestras estanterías por ser de un autor totalmente desconocido, pero que cuando inicias su lectura te adentras en un fascinante mundo. Eso fue lo que me sucedió con Confidencias de un Estudiante.

Jesús Amaya Santos.
Jesús Amaya Santos fue un joven sevillano que vivió corta, pero intensamente su vida, pues falleció en 1987 a la temprana edad de veintidós años. Su familia jamás supo de sus inquietudes literarias y sólo tras su fallecimiento, cursaba cuarto de periodismo, fue su madre Isabel Santos quien las descubrió en su habitación ordenando sus cosas.

Un libro con unos relatos y unas poesías llenas de fuerza de un alma pura. De alguien que eclosiona lo más grande de sus sentimientos mediante la palabra escrita. He de confesar que yo no soy asiduo lector de poesía, pues es un género que me cuesta leer. No porque la poesía en general sea de baja calidad, al contrario, considero que quiénes saben escribir poesía son los escritores más completos y que pueden afrontar cualquier género. Pero en el caso concreto de Confidencias de un estudiante sus relatos y poesía fluyeron magnánimas por mi mente. En muchas de ellas me sentí identificado mientras saboreaba con deleite sus palabras. Un tesoro literario que estuvo a saber cuántos años en mi biblioteca y que cuando lo descubrí me hizo sentir un privilegiado de poseerlo.

Dicen que hay muchos escritores, cantantes, actores que mueren jóvenes y que se convierten en leyenda por sus trabajos. No extensos, pero sí memorables. Creo que este es el caso de Jesús Amaya Santos, pues aquello que escribió en sus cuartillas fueron palabras de una mente desconectada de lo mundano para estar en simbiosis con el Cosmos.

Como referencia Manuel Barrios, quien seleccionó el contenido de este libro y lo prologó: “…estuvo la muerte, demasiado cerca para apagar la sangre caliente de sus veintidós años. Cuando aún no había acabado de despertar. Como los elegidos de los dioses.”

No soy de recomendar libros porque cada lector es un mundo. Ignoro si este libro, pese a los años de su publicación, aún se puede adquirir. Pero si lo ven en alguna librería, mercadillo o webs especializadas en venta de libros de segunda mano cómprenlo. Se adentrarán mediante la palabra en el alma de un joven con una visión del mundo, amable y a la vez rebelde, distinta y necesaria para estos tiempos inciertos que vivimos. Su obra es como una avanzadilla de la lucha contra un mundo distópico y utópico que él presentía, tal vez al unísono con su marcha del propio mundo, en las tardes de escritura en su habitación.

Saludos y buenas lecturas.