Viernes y toca reflexión.
Yo no sé, sinceramente lo dudo mucho, que Emilia Clarke dijera la frase que va insertada en la imagen de este escrito, pero quién la dijera razón no le falta.
Vivimos tiempos de anestesia general en todo el planeta. Cada vez el pensar por si mismos se está convirtiendo en una rareza y en un ejercicio mental peligroso. Si aún no lo has aprendido es los últimos tres años es que posiblemente tengas más pulgadas en tu televisor que libros en tu biblioteca.
La “caja tonta” siempre ha servido para manipular al pueblo. Y lo peor es que si quieres ver televisión de calidad has de pagar por ella… Pero eso no te libra, tal vez al contrario, de esta anestesia contra el libre pensamiento. No pongo en duda que existan programas que aún emanen cultura. Pero ya son muy pocos.
En cambio, el encerrarse en una biblioteca y leer conlleva el libre pensar. A lo menos así debería ser, porque cuando uno se encuentra a un lector/a que siempre lee lo mismo es igual que el que se traga la telebasura. No sale de unos postulados preestablecidos, por lo tanto, ni piensa. Esto ya daría para otra reflexión.
Con esta gente, de la ideología que sea, no se puede nunca tener una conversación fructífera. Porque llevan miles de horas frente a un televisor absorbiendo de manera involuntaria, y muchas veces voluntaria, todo aquello que interesa que recale y se establezca a nivel mental. Por eso yo no veo televisión. El poco contenido televisivo, por decirlo de alguna meara, que visiono es a través de YouTube en programas muy específicos.
Considero que los tiempos de discusiones han pasado. Aunque eso es lo que quieren las sombras. Sobre todo esas discusiones televisivas que luego se extrapolan a plazas y terrazas de bares. Estamos en un camino sin retorno donde unos han abrazado las premisas convenidas y otros hemos optado por la resistencia intelectual.
Esta es mi reflexión de hoy que como siempre podré llevar o no la razón, pero que está redactada desde mis últimos reductos de libertad y libre pensamiento que quedan.
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