Acabo de ver esta última versión de este popular cuento esta vez llevada al cine por el gran Guillermo del Toro.
Pinocho es un cuento que nunca me ha gustado o dejado de gustar. Ni siquiera lo he leído, pero ciñéndome a la película he de confesar que me ha gustado. No es un film con un rol navideño, pero sí que tiene conceptos que debemos tener presentes y que suelen reforzarse en estas fechas.
La película técnicamente es una genialidad.
Para durar dos horas, que siendo enfocada a un público infantil tal vez sea excesivo, la verdad es que se hace corta porque está en un ritmo de acción constante.
Unos personajes muy logrados en su máxima profundidad y roles asignados.
En ella se desarrollan conceptos como la vida y la muerte, nuestro tiempo vital y el cómo aprovecharlo.
Igualmente, el valor de asumir las pérdidas y el valor de la amistad.
Tiene la dualidad del amor incondicional de un padre hacia su hijo, representado por Geppetto hacia Carlo/Pinocho (correspondido) y a su vez el amor incondicional de un hijo a un padre (no correspondido) como el de Polilla hacia Podesta. Socialmente nos muestra el sufrimiento de no encajar y la decepción de los hijos hacia los padres y viceversa.
También tiene su toque filosófico en lo referente a la inmortalidad.
Es una película políticamente incorrecta. Algo muy raro, y de agradecer, en estos tiempos de ofendiditos y peritas en dulce. En ella vemos la historia crudamente cómo fue y a algunos de sus personajes. Sin paliativos.
Se nos muestra igualmente la crudeza la de la guerra y de como afectó a la infancia y juventud.
Mi nota es un 5/5. Totalmente recomendable de ver porque pasaran un rato entretenido. Guillermo del Toro sigue siendo calidad de cine y magia. Una vez más lo demuestra con esta versión de Pinocho.
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