miércoles, 23 de octubre de 2024

Contrato social.

 



Género: Ensayo.

Autor: Juan Jacobo Rousseau (Suiza).

Año de publicación: 1762 

«Quiero averiguar si puede haber en el orden civil alguna regla de administración legitima y segura tomando a los hombres tal como son y las leyes tales como pueden ser. Procuraré aliar siempre, en esta indagación, lo que la ley permite con lo que el interés prescribe, a fin de que la justicia y la utilidad no se hallen separadas.»

Este pasado verano releí Contrato Social, obra que en su momento tuve que leer en el desaparecido COU y que valía la pena refrescar esta obra totalmente contractualista.

Escrita en pleno apogeo de la Ilustración donde la ciudadanía comenzaba a cuestionar las estructuras monárquicas y el absolutismo que habían dominado Europa durante siglos. En el siglo XVIII, los filósofos de la Ilustración abogaban por la razón, los derechos humanos y el progreso como bases para reformar la sociedad. Este contexto es clave para entender por qué Rousseau se enfoca tanto en la libertad y la legitimidad del gobierno y los movimientos democráticos modernos. Esta obra fue una hoja de ruta de las democracias de los siglos XIX y XX.

Leemos continuamente la preocupación de Rousseau por la libertad y la igualdad en la vida política, enfrentando la pregunta de cómo es posible mantener la libertad individual dentro de una sociedad organizada. Su argumento central es que la legitimidad del poder político radica en un "contrato" entre los miembros de una comunidad que consienten en gobernarse bajo una voluntad común, algo que él denomina como la "voluntad general".

Igualmente Rousseau argumenta que en el estado de naturaleza, los seres humanos eran libres e iguales, pero con el surgimiento de la propiedad privada y la civilización, esa igualdad natural se perdió. Para Rousseau, la sociedad civil fue responsable de corromper al ser humano, lo que llevó al surgimiento de la desigualdad y la pérdida de libertad.

No es de extrañar que sus detractores en cuanto el libro estuvo en circulación hicieron verdaderas piras con todo ejemplar que requisaron.

Este ensayo, como digo siempre tan actual y a la vez contractual, ofrece una solución para reconciliar la libertad individual con la necesidad de formar sociedades organizadas. Su propuesta es la creación de un contrato social en el que los individuos se someten a la autoridad de una voluntad general que representa el interés común de todos. De este modo, según Rousseau, es posible recuperar la libertad en una sociedad organizada y garantizar la justicia.

Bajo estas premisas el autor establece una nueva forma de soberanía: la soberanía del pueblo. Esta soberanía, sin embargo, no es simplemente la suma de los deseos individuales. La voluntad general es el fundamento del poder político legítimo. Cuando los ciudadanos participan en la creación de leyes y obedecen la voluntad general, están siendo verdaderamente libres, porque se gobiernan a sí mismos en lugar de someterse a la voluntad de otros.

En términos prácticos, Rousseau imaginaba una forma de gobierno en la que los ciudadanos participaran directamente en la toma de decisiones políticas, en lo que podría considerarse una forma de democracia directa. Para él, la verdadera libertad solo se puede encontrar cuando los ciudadanos participan activamente en la creación de las leyes a las que deben obedecer. En este sentido, Rousseau era crítico de las democracias representativas, argumentando que la representación no es suficiente para garantizar la libertad, ya que al delegar el poder en representantes, los ciudadanos pierden parte de su soberanía (mal político que hoy vemos de forma descarada en la UE).

Como referí más arriba tuvo sus enconados detractores y sus ideas han sido objeto de críticas, ya que parece implicar que los individuos pueden ser forzados a ser libres. Rousseau menciona en el libro que si alguien se niega a obedecer la voluntad general, la comunidad tiene el derecho de forzarlo a ser libre. Este concepto ha generado debates sobre si la concepción de libertad de Rousseau es compatible con los principios liberales, que enfatizan la autonomía individual y los derechos personales. Aquí vemos otro mal como es la degradación del liberalismo de la Ilustración degenerando al actual neolibelarismo.

Pero tampoco Rousseau se queda en la vida civil. Critica tanto el cristianismo tradicional como el ateísmo radical, y argumenta que para que una sociedad sea estable y justa, necesita una forma de religión que promueva la unidad y los valores cívicos entre los ciudadanos. Esta religión civil no sería dogmática ni clerical, sino una serie de creencias simples y universales que fomenten la lealtad al Estado y la cohesión social. O lo que es lo mismo querido lector/a: una religión sin intermediados llamados iglesias (da igual de qué confesión).

Rousseau consideraba que la religión civil era esencial para crear una comunidad fuerte y unida, ya que proporcionaría a los ciudadanos una base común de valores y creencias, lo que, a su vez, fortalecería el contrato social y la obediencia a la voluntad general. Sin embargo, su propuesta de una religión civil ha sido vista por algunos como una forma de control social, ya que podría implicar la imposición de creencias colectivas a los individuos.

En definitiva este libro da para mucho. Contrato Social ofrece una visión radical de la política, donde la libertad y la igualdad solo se pueden lograr mediante la participación activa de los ciudadanos en una comunidad gobernada por la voluntad general. A pesar de las críticas y los desafíos que plantea, la obra sigue siendo una referencia esencial para entender los principios de la soberanía popular, la legitimidad política y la justicia social. Rousseau, a través de esta obra, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la libertad, el poder y la responsabilidad cívica, temas que siguen siendo fundamentales en las democracias contemporáneas.

Yo recomiendo su lectura en general y a los europeos en particular. El perder el concepto contrato social, y por tanto el Estado de Derecho junto a las soberanías nacionales, han hecho de Europa un títere bajo oscuros dogmas.

Mi valoración 5/5. Una obra de cabecera para la resistencia intelectual. Como dijo de él Fernando de los Ríos “…un libro de valor eterno…”.

Saludos y buenos libros.

#labibliotecahiperborea

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