Jung se equivocaba, en parte, con esta afirmación.
La soledad es adictiva y da paz. De eso no cabe duda. Te inmuniza contra mucha gente toxica. Pero llega un momento en la vida que ves que ya no la puedes controlar, te aprisiona por completo y va acabando con la vida. Los hombres lo llevamos peor que las mujeres. Por eso hay muchos hombres que mueren jóvenes o de mediana edad y si se dan cuenta la mayoría se puede decir que estaban solos. Por lo tanto, ya le tengo más terror que amor a la soledad porque sé que ya me encamino más rápido a mi propia desaparición. Dicen que el hambre es fea, pero la soledad le va a la par.
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