lunes, 25 de noviembre de 2024

Cristal.

 


«…Mi vida eres tú y solamente tú
tratando de explicar su mano le tomé
y la intenté besar.
Mi vida eres tú y solamente tú
abrázame y verás que aún en nuestro ser
hay fuego que apagar…»

 

Este estribillo, interpretado por Rudy La Scala, marcó una época en la televisión de España. Para los que ya pasamos de una edad sabemos que se refiere a la telenovela venezolana Cristal. Los tan recordados Cristina (Jeanette Rodríguez) y Luis Alfredo (Carlos Mata).

Todo esto viene porque el otro día escuchando la radio en una promo de otro programa decían que se cumplió 34 años del final de Cristal en España y que congregó 18 millones de espectadores frente al televisor. Sinceramente pensaba que hacía más años. Se estrenó aquí el 4 de Diciembre de 1989 finalizando el 19 de Noviembre de 1990.

Admito que hasta yo vi Cristal. Fue un fenómeno de masas en la sobremesa televisiva de aquella época. Gran numero de espectadores estaban atentos al maruejo de Cristina y Luis Alfredo. Obviamente era otra época sin la extensa oferta televisiva de hoy en día. Tal vez eso coadyuvó al éxito de la misma.

Luego vinieron otras series de éxito como Topacio, La loba herida, Pasión de gavilanes… pero ninguna con el arraigo que tuvo Cristal. Iberoamérica siempre ha sido magistral creando este tipo de formato televisivo.

Televisión no veo, así que no sé qué emiten hoy en día en la sobremesa los canales de TV, pero me da que son telenovelas de producción nacional.

Cuando RTVE cumplió 50 años hablando con una persona que trabajó toda su vida allí, entro en la primera promoción de los años 50, le comenté lo bonito que sería que hubiera un canal especifico que emitiera estos programas y series, en mismo día y hora, que tan buen recuerdo dejaron. Se echó a reír y me dijo. Eso es imposible por dos motivos: el primero que la sociedad ha cambiado muchísimo para este tipo de programación de calidad. El segundo que podría llevar a una audiencia, a partir de cierta edad, ha romper las audiencias de las televisiones generalistas. Hoy en día le doy totalmente la razón.

Agradecido por haber vivido aquella época y televisión.

#labibliotecahiperborea

#Cristal #Telenovela #Television #Recuerdos

viernes, 22 de noviembre de 2024

La ciudad y sus muros inciertos.

 



Género: Novela.

Autor: Haruki Murakami (Japón).

Año de publicación: 2024 (de manera definitiva).

 

«Fuiste tú quien me habló de aquella ciudad.

Aquella tarde de verano remontábamos el curso del río envueltos en el dulce aroma de las plantas, íbamos sorteando tímidos diques y deteniéndonos de vez en cuando a contemplar los pececillos plateados que nadaban en los remansos, hasta que nos descalzamos por fin y dejamos que la cristalina corriente de agua lamiera nuestros tobillos y nuestros pies se hundieran en la fina arenilla del fondo como en las blandas nubes de un sueño. Yo tenía diecisiete y tú apenas dieciséis.»

 

Cuando una persona de la talla intelectual de Eva Castillo te recomienda un libro ya uno sabe que nos vamos a adentrar en una fascinante historia. El pasado verano Eva me animó a la lectura de esta obra de Tamiki Hara y la verdad es que he salido sumamente satisfecho.

Así que expongo mi reseña.

Haruki Murakami, maestro de los mundos oníricos y las exploraciones interiores, nos regala en La ciudad y sus muros inciertos una obra que combina magistralmente el lirismo nostálgico y el misterio existencial. La novela sigue al joven protagonista, quien, marcado por un primer amor tan profundo como efímero, se embarca en un viaje emocional y, finalmente, físico hacia una ciudad amurallada que desafía las leyes de la lógica y vigilada por un celoso guardián. Donde la propia sombra se pierde y donde para la pervivencia de la propia ciudad necesitan un lector de sueños.

El relato comienza con la inocencia de un amor adolescente, desarrollado en encuentros fugaces, pero rápidamente toma un giro hacia lo extraño cuando la joven introduce la idea de una ciudad en otro mundo, donde afirma residir su verdadero yo. Este concepto, tan propio del universo murakamiano, introduce una reflexión sobre la identidad y la conexión entre los mundos reales y soñados.

Murakami nos sumerge en paisajes melancólicos y detalles precisos que evocan la belleza fugaz de los momentos compartidos y el peso de las ausencias. La misteriosa carta de despedida de la joven y la larga espera del protagonista añaden un aire de pérdida y anhelo, temas centrales en su obra. Sin embargo, la aparición tangible de la ciudad demuestra que en el universo de Murakami todo es posible, y que los límites entre realidad y sueño son, en última instancia, inciertos.

En esta novela, el autor explora la fragilidad de las conexiones humanas, la búsqueda de sentido y la inevitabilidad del destino, invitándonos a cuestionar nuestra percepción de lo real. Con su prosa hipnótica y su habilidad para captar la esencia de lo intangible, La ciudad y sus muros inciertos es un viaje inolvidable al corazón de la nostalgia y el misterio.

Igualmente me ha gustado el orden y concierto de todos los personajes y elementos que aparecen en la misma. Nada está puesto al azar ni antes o después de tiempo. Confluye en una armonía perfecta.

El señor Koyasu y Saeda han sido mis personajes favoritos. De esas personas que a todos nos gustaría tener en la vida como amigos, confidente y consejeros. Gran parte de la estructura de esta novela pivota sobre ellos.

No es una novela para leer con prisas ni estridencias, al contrario, hay que leerla de forma pausada y reflexionar sobre la misma tras cada capítulo.

Tampoco creo que sea una novela para un publico de historias ligeras. Es para personas que tengan preguntas más allá de la Matrix y la metafísica.

A su autor, tras publicaciones previas, le costó cuarenta años perfilarla a su gusto. Y aun así es como si esta historia debiera atravesar nuevamente los muros inciertos a la ciudad buscando una continuación que me gustaría que se produjese.

Mi valoración 5/5.

Saludos y buenos libros.

#labibliotecahiperborea

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lunes, 18 de noviembre de 2024

El hijo del cura y El cura ya tiene hijo.

 




En las pequeñas psicopatías que últimamente me afectan, o me enriquecen, me ha dado por ver películas españolas de la buena época. Ozores, Pajares, Esteso, Juanito Navarro, José Sazatornil, Florinda Chico… Actores y actrices de una época gloriosa del cine patrio.

Y estas dos películas de la década de los años 80 me han encantado.

Cuando no había tanto ofendidit@ ni subvencionado y se podía hablar de todo sin necesidad de disculparse.

Cuando el cine español rodaba películas de crítica social en clave de humor inteligente (recomiendo ver todas las películas basadas en libros de Fernando Vizcaíno Casas).

Cuando las cosas se llamaban por su nombre y las mujeres eran bellezas naturales, y con mucho talento interpretativo, y no artificios de redes sociales como ahora.

Cuando lo políticamente incorrecto era norma y enseña de libertad.

Cuando se hablaba abiertamente de la sociedad con sus vicios y virtudes. Desde el casto cura hasta el alcalde que se iba a cariñosas. O del abuelo que se iba con su nieto gay a tales casas a ver si el muchacho “espabilaba”.

Cuando se visualizaba que indistintamente se fuera fascista o comunista todos buscaban lo mismo. Dinero y poder (las putas las compartían porque lo público en este país siempre ha estado muy manoseado, penetrado y disfrutado).

Cuando se sentía orgullo de nuestras señas identitarias y particularidades de cada región española.

¿Dónde quedan ya esos “cuándo” en esta España que ya ni se la conoce?

Muchas veces de forma errónea, otras no, decimos que el pasado fue mejor que el presente. Pero en este caso el pasado se echa mucho de menos. Y no soy un romántico ni nostálgico cegado por los recuerdos. Porque la España de aquella época tuvo sus sufrimientos con la droga, delincuencia, los años de plomo y los problemas propios de cualquier país. Pero hoy estamos peor que nunca. Películas y actores así no los volveremos a ver en la vida.

Nos quedan los recuerdos entre los escombros de este ocaso nacional.

#labibliotecahiperborea

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