sábado, 18 de noviembre de 2023

Flores de verano.

 



Género: Ensayo novelado (aunque yo diría que es ensayo).

Autor: Tamiki Hara (Japón).

Año de publicación: 1947.

«Nevaba. Delicados copos de nieve en polvo caían desde la mañana. El viajero, que había pasado la noche en la ciudad, fue caminando hasta el río, cautivado por la nieve. El puente de Honkawa se hallaba muy cerca de donde se hospedaba. Hacía mucho tiempo que aquel nombre, Honkawa, no acudía a su mente. Parecía como si los recuerdos de sus años de estudiante de secundaria siguieran impregnando aquel lugar. La nieve en polvo hacía que su vista, ya de por sí fina, se aguzase. Se detuvo en mitad del puente y miró hacia la orilla, en la que avistó un cartel anticuado en el que se podía leer: «Honkawa Manjū». De repente tuvo la impresión de que volvía a sumergirse en el fascinante y apacible paisaje de antaño. Mas, de pronto, afloró en su interior un escalofrío que fue incapaz de controlar. En aquel momento de paz perfecta, bajo la nieve, una visión del más espeluznante apocalipsis cristalizó en su mente. Lo consignó todo por escrito en una carta y se la envió a un amigo que vivía en la zona. Después abandonó la ciudad y emprendió un viaje que lo llevó a tierras lejanas…»

 

Esta es una de las reseñas que más me ha costado redactar en este 2023. No sabía, ni sé, qué palabras utilizar para ello.

Hace unos meses se estrenaba la película Oppenheimer y a la vez se daba difusión a Flores de verano, libro que hasta hace prácticamente nada no tenía traducción al castellano.

Es una obra no muy extensa, pero totalmente cruda. No está escrita con adornos ni florituras, sí con cierto tono poético, queriendo suavizar lo ocurrido, sino a la manera que se vivieron las circunstancias de la destrucción, el horror y lo mejor y peor de la condición humana.

¿Pero qué circunstancias se relatan?

Flores de verano (obra ganadora del Premio Takitaro Minakami) es la vivencia en primera persona de Tamiki Hara de las semanas previas, fatídico día y tiempo después de la caída de la bomba atómica en Hiroshima. Él pudo contarlo como superviviente, pero acabó de marcar una vida ya de por sí bucólica y depresiva (se suicidó en el año 1951). Aparte de que sufrió durante años la censura que prohibía a los japoneses publicar ningún tipo de escrito sobre la guerra.

El autor se hallaba en Hiroshima el día 6 de agosto de 1945 a las ocho y quince minutos, momento en que estalló la bomba. Estaba en casa de su padre, situada lo suficientemente lejos del lugar de la explosión, gracias a lo cual pudo sobrevivir.

En ese ambiente caótico hubo gente en el mundo de la literatura que tuvieron claro desde el primer momento que aquello debía ser contado de forma rigurosa dejando testimonio sobre algo que nunca más, en ningún lugar del mundo, debería volver a sufrir.

Al cabo de los años nació en Japón un subgénero literario llamado genbaku bungaku, la «literatura de la bomba», escrita por hibakushas, supervivientes de la bomba atómica y por otros autores que, si bien no vivieron personalmente aquella experiencia, sí tuvieron un conocimiento directo de cuanto sucedió. Entre ellos se encuentran Takashi Nagai y su impresionante Campanas de Nagasaki, Ōta Yoko con Ciudad de cadáveres, Masuji Ibusa con Lluvia negra, Ineko Sata con Cuadros sin colores, Hiroko Takenishi con El rito, Kyōko Hayashi y El tarro vacío, Katsuzo Oda con Cenizas humanas, Mitsuharu Inoue con La casa de las manos o Tōge Sankichi con Poemas de la bomba atómica. Hay más, pero estos son los principales.

A Flores de verano le siguieron dos obras: Chinkonka (Salmos para consolar el alma de los muertos) y Shingan no kuni (El país que mi corazón desea), publicadas ambas en 1951, meses después de la muerte del escritor.

Mi valoración es de un 5/5. Pero con la sensación al concluirla de que tiempos jodidos se vivieron y parece que cada vez más se quieren volver a repetir.

Saludos y buenos libros.

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