Tristemente hoy nos ha dicho adiós el insigne Antonio Gala. Una perdida irreparable para la literatura mundial en general y española en particular.
Confieso que es un personaje que siempre me suscitó una enorme simpatía y admiración. Pero en eso era experto, pues no dejaba indiferente a nadie.
Inteligente, culto, valiente y de una erudición sin parangón. Personalmente opino que fue el hombre que con más finura habló y escribió en la España del siglo XX y posiblemente de este siglo XXI.
No es baladí por tanto que
durante años fuera el autor español con más ventas a nivel nacional e
internacional y que sus libros se hayan llevado al celuloide. Aparte de los numerosos e importantes premios otorgados.
No están siendo buenos tiempos para la intelectualidad y cultura española donde la molicie y lo chabacano se han instalado y abigarrado como mal endémico. El pasado mes se no fue Fernando Sánchez Dragó y ahora Antonio Gala. Dos hombres de percepciones distintas sobre la vida, pero que vivieron su espacio vital en este mundo defendiendo sus ideales y sobre todo la libertad. Desde la libertad más intima hasta la libertad del conjunto general de la sociedad. Sin estar nunca sometido a siglas, bandos ni prebendas.
Gala lo hizo así siempre, con una cosmogonía que le dio un sello propio a su personalidad junto a sus pañuelos y bastones (tenía de estos unos 3.000). Con aquella voz llena de energía y aquella mirada que en todo profundizaba. Con esa fuerza titánica y a la vez humorística de llamar a las cosas por su nombre. Sin ambages ni medias tintas. ¡Que lujo que nos naciera en España! ¡Que magnificencia que utilizara el castellano con sus más finas y excelsas galas!
Nos queda su prolífica obra literaria, articulista, guiones y el sin fin de facetas en la que se movió.
Hoy, mañana y siempre lloraremos a don Antonio Gala. Se nos va en primavera, en esa bonita y eterna primavera cordobesa majestuosa y lozana como es él.
Descanse en Paz maestro y que la tierra le sea leve.