«Iba
Mohámed ben Ziad cierto día andando en compañía de Mohámed ben Isa Elaxa,
cuando se encontraron con un borracho que caminaba vacilante e inseguro por
efecto de su borrachera. El juez Mohámed ben Ziad mandó prenderlo para
aplicarle el castigo que la ley religiosa impone al borracho. Los sayones del
juez lo prendieron.
Luego anduvo un poco y llegó a un sitio tan estrecho que tuvo que adelantarse el juez y quedar detrás Elaxa. Al rezagarse e ir detrás del juez, Elaxa se volvió hacia aquel sayón que había cogido al borracho y le dijo:
-El juez me ha dicho que sueltes a ese borracho.
El sayón lo soltó entonces. Luego se separaron ambos, tomando cada uno su dirección. Al acabar su paseo y entrar en su casa, el juez preguntó por el borracho, y le contestaron:
-El faquí Elaxa nos dijo que usted había ordenado que lo soltáramos.
-¿Y lo habéis soltado?-pregunto el juez.
-Sí –le contestaron.
-Bueno, bien –repuso el juez.»
Libro de los jueces de Córdoba.
Autor, Abu Abd Allah Muhammad al-Jushaní. Jurista magrebí.
Con esta pequeña historia del juez y el borracho he querido hacer un símil de cómo la justicia de antes y de hoy sigue estando subyugada a los poderes políticos y sociales. El juez que detiene a un infractor para llevarlo a juicio mientras que los poderes políticos, el faquí, hacen y deshacen incluso mintiendo descaradamente al sayón, si éste a su vez no era de antemano cómplice del faquí. Pero lo más escandaloso es ver cómo al final el juez idealista que quiere aplicar justicia al preguntar si han soltado al detenido y le comunican que sí, se convierte en un juez cobarde y sumiso a un poder arbitrario.
Este relato es un compendio escrito entre los años 711 y 969. Cambiamos los nombres y parece que estamos hablando de la justicia que actualmente se imparte en muchos lugares.
Feliz fin de semana para tod@s.
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