Son tiempos de exámenes finales en todos los niveles educativos y hoy en día una herramienta de trabajo y estudio fundamental es la conexión a Internet. Bien sea móvil, ADSL, fibra óptica o la infraestructura que esté montada allá dónde residamos. Pero no siempre ha existido la fibra óptica, ni el ADSL, ni siquiera el modem. Tres sistemas y aparatos de comunicación relativamente recientes en el tiempo. Mucho antes de estas tecnologías toda la información a nivel usuario se contenía en papel mediante bibliotecas tanto públicas o privadas. El otro día estaba hablando con una amiga de no sé qué tema, mi memoria es así, y salió en la conversación lo de los diccionarios enciclopédicos. Recordé que yo debía de tener uno por mi casa. Lo busqué y es el que les muestro en la imagen. Una edición de 1964 de la editorial Plaza & Janes.
Estos diccionarios eran una maravilla, pues servían para trabajos de cualquier tema que los profesores pusieran de deberes. Se iba consultando sus páginas, obteniendo datos y ya luego uno lo estructuraba en un escrito. Una especie de indexado manual. Otras veces sí que no nos quedaba más remedio que acudir a la biblioteca. Pero si tenías un diccionario de estos y un poco de imaginación para escribir ya era el 50% de los deberes hechos. Este que tengo es básico, pero los había más completos, pero no en información, sino sobre todo en fotografías. Igualmente estaba la gente que en sus casas poseía biblioteca y enciclopedias. Eran de gran ayuda porque les facilitaba la información sin salir de sus hogares. Por eso es tan importante la reivindicación y conservación de estos espacios culturales en domicilios particulares. En otros tiempos, no siempre benévolos, fueron estos espacios íntimos los que sostuvieron y mantuvieron la cultura.
Como digo fueron muy útiles hasta mediados de la década de los 90. Luego llegaron los CD que contenían toda esta información, algunos tengo de mi primer ordenador, o eso creo pues no los he encontrado para este escrito. Más tarde llegaron los buscadores como Yahoo y un poco después Google. Este último lo que hizo fue literalmente “bajarse” Internet e indexarlo. Simplemente el curso natural del avance tecnológico. Hoy en día es muy fácil buscar información, que puede ser de doble filo, porque puede estar manipulada. Pero en líneas generales se puede decir que con un Smartphone o Tablet tienes en un solo clik el 90% de la información de la humanidad en tu mano. Y ya no digamos con una conexión de fibra óptica. Ojalá en mi época hubiéramos tenido al menos un modem de 54 K.
Estos diccionarios hoy en día están totalmente obsoletos, desfasados y en desuso. Han quedado en nuestras bibliotecas como testigos mudos de otra época. Debo de tener unos tres o cuatro (tipo estándar) pues los diccionarios se iban igualmente actualizando. Es más, incluso hay palabras en ellos que hoy en día la RAE ya ni las contempla como tales. Joyas que guardamos con cariño y quién sabe si algún día se volverán a reutilizar si la Red o nuestra Civilización cayera. No sé por qué, pero me recuerda este diccionario a lluviosas y frías tardes invernales. Lo asocio a eso. Me queda buscar, a ver si logro encontrarlo, el mítico diccionario de la E.G.B. (Enseñanza General Básica para los que no sean de España) como fue el Iter Sopena del que también tengo uno, o tenía, porque no logro encontrarlo en mi biblioteca. Percibirán que soy un desastre perdiendo cosas.
Diccionarios en papel… ¡Que viejo soy!
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