Género: Novela.
Autor: Jesús Sánchez Adalid (España).
Año de publicación: 2007.
«El camino era muy hermoso en aquel tramo. Discurría cuesta abajo, en suave pendiente, por un bosque repleto de verdes helechos que crecían al pie de los troncos de los árboles…
Cuatro caminantes avanzaban a buen paso, en dirección al norte. Eran cuatro peregrinos camino del santo templo del Apóstol Santiago, allá en Compostela. Se conocían bien entre ellos, después de muchas jornadas de calzada…»
Dicen que cada libro debe de ser leído llegado su momento. Pudiera ser. Trece años estuvo en mi biblioteca. Perdido a su vez entre miles de libros esperando a que lo escogiera. Aún recuerdo donde lo compré. Fue en el año 2007 en la desaparecida, ahora en Santa Úrsula, librería Caletre en La Orotava (Tenerife). El alma de la ciudad había sido premio Fernando Lara 2007 en un momento que la novela histórica vivía una época dorada tras la revolución del Código DaVinci de Dan Brown. Siguiendo la tónica de aquel momento, pero con identidad y características propias, mezcla personajes reales y hechos históricos de forma novelada. Pero ahí quedó este libro pendiente por leer hasta varios años después. Tal vez ese arma de doble filo de tener muchos libros pendientes, y el acometer una novela de 650 páginas (luego me parecieron 65 por cómo me sumergí en su lectura), hace que a veces vayamos regateando estos textos tan voluminosos.
Trece años tuve en mi casa la historia de Blasco Jiménez de Ávila. Una historia sobre la grandeza y bajezas humanas que aunque está ambientada en la Edad Media bien podría ser una historia sucedida en cualquier época. Un libro que a medida que lo iba leyendo llegaba a una frase, una reflexión, una trama de la historia que me daba como un bofetón mental de tener que parar para asimilar las grandes verdades que se afirmaban. Cada noche me decía voy a leer uno o dos capítulos y acababa leyendo cinco.
La fuerza espiritual de don Bricio, las malas tretas del mentiroso Hermersindo, la traición entre opulentos engaños de Abasud, las seductoras argucias de Doxia, la bondad de don Arnaldo en contraposición de la rectitud de don Blas… El honor, la lealtad, la corrupción humana, la lucha por unos ideales y un terruño. Todo se condensa en esta magnifica novela magistralmente escrita. Múltiples personajes, algunos inesperados, que transitan por ella en una historia relatada años después de sucedida por uno de esos cuatro peregrinos camino a Compostela.
Me queda la esperanza de que llegue a manos de alguien importante porque de aquí se podría sacar una gran serie. Jesús Sánchez Adalid, del que nunca había leído nada, creó una obra literaria con este libro. En mi opinión es uno de los mejores libros que he leído en lo que llevamos de siglo. Como lector me sentí privilegiado.
A saber cuántos relatos fascinantes están en mi biblioteca aun por leer. Admito que ni yo mismo lo sé. Pero sí quería compartir hoy estas líneas de un libro que me hizo reflexionar, y mucho, en las jornadas que le dediqué y mucho más allá de ellas. Fue tal el choque de palabras y de remover la conciencia que un día leí esto en uno de sus capitulo:
«En medio de aquella soledad inmensa, los últimos pájaros buscaban las alamedas entre las que el rio discurría como plata fundida. Todo el conjunto de la ciudad, murallas, torreones, castillos, campanarios, casas, me pareció una visión entrañablemente familiar, como si hubiera vivido allí durante siglos. Era una imagen grabada vivamente en mi alma, que en aquel momento embargaba todo mi ser. “Es la visión” -me dije-; la visión de la ciudad.
Comprendí que el hombre suelto en el aire, sin raíces en la tierra, es alguien extraviado. La humanidad enraizada es la ciudad. Todo hombre necesita una ciudad para saber quién es en este mundo…»
He de confesar que este fragmento me impresiono profundamente. Tanto que decidí extrapolar esas palabras para un artículo aparte en mi otro blog, pues me sentí tan conmovido y tan identificado que necesitaba escribir algo en aquel sublime momento donde sentí una epifanía como lector. Dicho artículo pueden leerlo pinchando aquí.
Totalmente recomendable. Siempre digo que las buenas historias no tienen fecha de caducidad. Un libro siempre es un libro y esta historia es de una humanidad brutal. Una muy buena lectura para estos tiempos tan inciertos. Yo la leí en pleno confinamiento. Momentos de máxima incertidumbre donde un personaje como Blasco y todas las vicisitudes que rondan su vida se magnifican. Cambiaran las épocas, los problemas, los roles… Pero no la condición humana tanto como creemos. Ahí lo dejo.
Saludos y buenos libros.
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